EXILIOS
Por Raúl Zárate / Cajamarca
No he observado aún, el vuelo de grandes bandadas de aves migratorias. En medio de arenales debe ser admirable verlas pasar, vientos de verano.
Líneas divisorias de países cambiadas por manos humanas, rostros que se yerguen, rostros que se pierden, razas que se mezclan, calles que se amplían: pobreza, esfuerzo, conocimiento, persecución, curiosidad, intolerancia.
Transponemos fronteras por múltiples razones, ninguna más injusta que aquella por hablar, levantar la voz para discrepar, inicio de un viaje hacia tierras lejanas, familias dispersas, hijos que se crían sin padre, madres dolidas esbozando caminos de encuentro, puentes de plata, trenes de fantasía; que no cuentan para dictadores, monopolios y sistemas.
Emigrantes que cantan sus himnos patrios con verdadero sentimiento, escucho una canción de adioses y pienso en los cientos de miles de emigrantes, en sus idas y vueltas de sus cuartos al trabajo, del trabajo a sus "casas", son líneas que no se hallan en ningún mapa; empero son líneas de vida, auténticas; más allá de los mares, más allá de los techos de hogares de lumbre y madera, imagino sus afanes, sus voces, indeclinables como la libertad y la tolerancia.